viernes, 15 de junio de 2007

LEER A BORGES




Para leer a Borges tengo que estar de ánimo, de ánimo de pensar y de darle vueltas a algunas abstracciones ajenas. Anoche así me encontraba.

La descripción técnica no le es atractiva al lector, pues la frialdad de los datos no invitan a imbuirse en la lectura, a menos que se trate de un texto del que se necesite sólo información. Pero no es el caso, lo que acabo de leer es un cuento.

Y es que así comienza la reflexión de Borges en La Biblioteca de Babel. En los primeros renglones nada parece estar cerca de nosotros como nunca ha estado el universo; nada hay en el comienzo que involucre nuestros sentidos, el contexto es casi invisible porque lo pintan los recuerdos de un hombre ciego acostumbrado al espacio y a la táctil percepción de su mundo que es una Biblioteca. El principio es un atlas de las ideas de un hombre que observa sus adentros.

Pero no importa, no hace falta que los datos se vuelvan sensaciones, no hace falta que el autor o nosotros le demos alguna forma al lugar en el que se desarrolla la historia -o más bien el pensamiento-. No, no hace falta. La percepción ya la tuvo el personaje a lo largo de su vida. Le toca la propio autor vivir su ficción, hablar de sus gustos y temas recurrentes en este erudito periplo a través de las galerías hexagonales y anaqueles intransitables, sólo en apariencia.
En las páginas, el autor de Siete Noches, deja ir en simultáneo sus impresiones y su conocimiento por un canal que el maestro anduvo a diario: el de la inteligencia. Representa a la Biblioteca como una colección de salas iguales que se extienden en todas direcciones, cada una con tantos libros en tantos anaqueles como los que alcanzan a mirar sus manos. Todos los pasillos iluminados y ningún ejemplar repetido. Porque en una explosión combinatoria, los libros del lugar son todos, absolutamente todos, los que se pueden escribir con un alfabeto de 22 letras, el punto, la coma y el espacio. Esto tiene unas implicaciones sorprendentes que Borges nos revela, entre noticias y teorías, a lo largo del cuento. Todo lo que pueda saberse está en la Biblioteca, y si no fuera posible explicarlo con palabras de un lenguaje conocido también allí habrá otro código con sus gramáticas y vocabularios necesarios para describir lo que hiciera falta.

Jorge Luis Borges ratifica una verdad de perogrullo entre los que valoramos la lectura y su recinto, el problema es que por cada conocimiento cierto hay una incontable cantidad de saberes falsos o distorsionados. Es un buen tema para reflexionar en esta era de retóricas alevosas y comunicaciones multimedia.

No obstante, quiero adelantarme y dejar sobre la mesa (o en la pantalla) una razón: a pesar de que existen ya medios expeditos como el Internet; la experiencia de leer a Borges, que pasa muy poco por el terreno de lo sensible y sí mucho por el de las ideas, es una forma segura de llegar a la cúspide humana: la de los conceptos, el sentido de la vida, la muerte, el lenguaje o el amor.

3 comentarios:

Salvatore dijo...

Para leer a Borges lo único que se necesita es estar dispuesto a entrar a un universo lleno de complicaciones y abstracciones que no a todos gustan.

A mí en lo particular me gusta mucho. Pero he conocido a muchas personas que son completamente anti-Borges, y creo saber por qué.

Se debe en principio de cuentas que mucha gente cree que sabe leer, y al enfrentarse a Borges y sus laberintos literarios se dan cuenta de su equivocación y deciden abandonarlo, sin darse una segunda o tercera oportunidad. Y es que lo que pasa con Borges es muy especial.

Sin duda, uno de los escritores más interesantes en lengua española- quien curiosamente su primera lengua fuera el inglés, por su abuela con quien vivió toda su infancia-. Es muy citado y renombrado en los círculos académicos, pero casi nadie lo ha leído con calma y con disfrute de por medio.

El año pasado compré los 4 tomos de sus obras completas, y puedo decir que lo he leído con mucha calma y un disfrute enorme. Admiro profundamente a todos aquellos que leen a Borges, y ahora estimado maese Mauricio lo admiro un poco más sólo por ese hecho, y la manera tan sabrosa como nos introduce a uno de los cuentos clásicos del escritor argentino.

¿No será que hemos confundido LA ERA DE LA INFORMACIÓN TECNOLÓGICA, POR LA DEL CONOCIMIENTO REAL, LA SABIDURÍA PURA? Parece advertirnos Borges, en este maravilloso cuento.

Espero que puedas checar el cuento que yo subí de otro maestro del género, Juan José Arreola, así como su respectiva crítica.

La Ruta de los Olvidos dijo...

Oye, ¿qué traes contra mi tocayo? Está bien que a veces se densifique y a muchos se les atragante en el cogote, pero te recomiendo que leas "El libro de los seres fantásticos" para que lo comiences a digerirlo. Si lees cada uno de estos seres, de la A a la Z, a Patricio, antes de dormir, te lo va a agredecer cuando seas abuelo.

Carlos López Praget dijo...

Salvatore tiene mucha razón en cuanto al estigma que existe en la complicación sobre Borges (no el Borgues región 4). Meterse en un laberinto angustia a la gete, pero no por la estructura del laberinto, sino porque no quiere pensar en las alternativas de ese laberinto.
Leer a Borges es dejar que la arena juegue con eso que se llama realidad, pero para eso hay que tener paciencia y gusto por ver la mayor cantidad de realidades posibles.
Sí, entender a un erudito es fácil, pero mucho más gratificante que a un producto hecho por encargo, prefabricado, frío y lleno de áreas comunes.
Que sigan los espacios de escritura y de experimentación.